EL ROSARIO EUCARÍSTICO - UNA DEVOCIÓN QUE SE AJUSTA EN LA SANTA
MISA Y EN LA HORA SANTA.
El Santo Rosario, un resumen
de las meditaciones sobre los misterios en la vida de Nuestro Señor y de la
Santísima Virgen, que hacemos mientras lo recitamos, es una de las devociones
más útiles mientras asistimos a Misa, o, en conexión con nuestras visitas al
Santísimo Sacramento y la Hora de Adoración.
El Rosario Eucarístico es
especialmente recomendado para este propósito, porque une los sagrados
misterios del Rosario con reflexiones sobre la vida de Nuestro Señor en la
Sagrada Eucaristía.
El Rosario es una de las devociones más
admirables y beneficiosas practicadas en la Iglesia Católica. Se sabe que su
método y diseño han sido revelados a Santo Domingo por la Bienaventurada Virgen
María, quien le exhortó predicarlo con todo el fervor de su alma como un
remedio singularmente eficaz para la derrota de la herejía y la extirpación del
vicio.
Y Ella le dijo: "Debes
informarle a mi pueblo que es la devoción más agradable para mi Hijo y para
Mí".
Está adaptada tanto para los
letrados y los incultos, para el claustro y para el mundo, y para toda
capacidad, las palabras son tan sencillas que el más iletrado puede
aprenderlas, y los misterios tan sublimes como para proveer material de
contemplación y solaz para los intelectos más elevados. Ningún cristiano podría
desairarlo sin irreverencia o descuidar su uso frecuente sin serio detrimento a
la piedad. Las numerosas indulgencias vinculadas a la recitación del Rosario
hacen de esta forma de devoción un poderoso instrumento para el alivio de las
pobres almas del Purgatorio.
... Si tú perseveras en esta
práctica piadosa crecerás diariamente en el amor a Jesucristo, y en la
imitación de las virtudes de la Sagrada Familia, Jesús, María y José...
Los Misterios del Rosario
aplicados al MISTERIO DEL ALTAR en el Rosario Eucarístico, o La Recitación del
Santo Rosario en Presencia del Santísimo Sacramento
MISTERIOS GOZOSOS
PRIMER MISTERIO GOZOSO:
La Anunciación.
Oh Jesús, nacido del Padre
desde toda la eternidad; movido de incomprensible amor a los hombres, Vos os
hicisteis hombre en el seno de la Bienaventurada Virgen María a través de la
operación del Espíritu Santo, humillándoos a tal grado que tomasteis la forma
de siervo. La misma caridad os movió a perpetuar, en la Eucaristía, este
misterio de aniquilación y amor, hasta convirtiéndoos en alimento para nuestras
almas.
Divino Jesús, os adoramos en
estos insondables abajamientos, y os suplicamos, por intercesión de vuestra
santísima Madre, una profunda y cordial humildad.
1 Padrenuestro, 10 Avemaría y 1 Gloria
SEGUNDO MISTERIO GOZOSO:
La Visitación.
Divino Salvador, desde el
seno de María, donde Vos os encarnasteis, os dignasteis infundir santidad en
Juan el Bautista y sobre la casa toda de Isabel. Desde la Hostia donde moráis,
irradiáis sobre todo el mundo la influencia de vuestra Gracia y Amor a través
de la Iglesia.
Oh divino Jesús, llenos de
amor y ternura, Os adoramos y suplicamos, por intercesión de vuestra santísima
Madre, la perfecta caridad a nuestros prójimos.
TERCER MISTERIO GOZOSO:
La Natividad de Nuestro Señor.
¡Oh Rey de reyes! De hecho
pobre, aunque muy amable en el pesebre de Belén, Vos llamasteis a los sencillos
y los pobres para ser vuestros primeros adoradores: más pobre y no menos amable
a los ojos de los fieles en el Sacramento de vuestro amor, Vos aún os deleitáis
en ver en torno a vuestra persona a los humildes y los pequeños.
Oh Jesús, en vuestra
destitución adoramos a Aquel a quien pertenecen los tesoros de la divinidad, y
os pedimos, por la intercesión de vuestra santísima Madre, el desprendimiento
de los bienes del mundo.
CUARTO MISTERIO GOZOSO:
La Presentación de
Nuestro Señor en el templo.
Cordero de Dios, que quitáis
los pecados del mundo, Os ofrecisteis con perfecta obediencia y amor a vuestro
Padre, a través de las manos del alto sacerdote Simeón como la Víctima que será
inmolada en la Cruz; y todos los días también Os ofrecéis sobre el Altar por
manos del sacerdote, con la misma obediencia y amor como nuestra Víctima
siempre sacrificada y siempre viviente.
Oh dulce Víctima, os
adoramos y pedimos, por la intercesión de vuestra Santísima Madre, el espíritu
de obediencia y sacrificio.
QUINTO MISTERIO GOZOSO:
El hallazgo de Nuestro Señor en el templo.
Oh Jesús, Vos os alejasteis
y dejasteis a María y José en lágrimas para hacer la obra de vuestro Padre;
pero los llenasteis de gozo cuando Os encontraron en medio de los Doctores de
la Ley sorprendidos ante vuestro conocimiento y sabiduría. Velado en la
Eucaristía, impartís aquí divinas enseñanzas y llenáis de gozo a aquellos que
Os buscan con todo su corazón.
¡Oh Dios oculto en la
Hostia! Os adoramos, y pedimos por la intercesión de vuestra Santísima Madre,
la gracia de buscaros con fe viva y perseverante en el Sacramento de vuestro
amor.
MISTERIOS DOLOROSOS
PRIMER MISTERIO DOLOROSO:
La Agonía de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos.
Divino Salvador, bajo el
peso del dolor y la angustia causada por nuestros pecados, Vos caísteis, bañado
en sudor sanguinolento, y enfrentasteis una mortal agonía. En el Santísimo
Sacramento, también, Vos sois aún más humillado y aniquilado por causa de nuestros
pecados.
Os adoramos y compadecemos
de vuestra Agonía de sufrimientos en el huerto de Getsemaní, como también de
vuestra Agonía de humillación en la Eucaristía, y os suplicamos por la
intercesión de vuestra Santísima Madre, un cordial dolor de nuestros pecados.
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO:
La Flagelación.
¡Oh buen Jesús azotado y
cubierto de heridas!, los pecados cometidos por los hombres contra la santa
virtud de la pureza torturan vuestra inocente carne; y en el Santísimo
Sacramento Os insultan los corazones impuros por sus comuniones sacrílegas.
Oh Víctima sangrienta,
azotada en la columna, Víctima paciente, abusada en el Sacramento, os adoramos
y pedimos, por la intercesión de vuestra Santísima Madre, la gracia de la
mortificación de los sentidos.
TERCER MISTERIO DOLOROSO:
La Coronación de espinas.
¡Oh Rey de la gloria,
coronado con espinas y proclamado en burla como Rey de los judíos por brutales
soldados que ignominiosamente escupen sobre vuestra Faz adorable!, Vos caísteis
como víctima de los pecados cometidos por la soberbia; y en el Santísimo
Sacramento también lleváis corona de ignominia hecha por los muchos actos de
irreverencia, desprecio, hipocresía y vanidad cometidos por muchos cristianos
en vuestro Santuario.
¡Oh Rey amable, saturado de
insultos tanto en vuestra Pasión como en la Hostia consagrada! Os adoramos y
suplicamos, por la intercesión de vuestra Santísima Madre, la gracia de
mortificar nuestro amor propio.
CUARTO MISTERIO DOLOROSO:
La Cruz a cuestas.
Las maldiciones, ultrajes,
maltratamientos, angustias de corazón y los sufrimientos de todos los reyes,
nada puede, ¡oh carísimo Redentor!, alterar la mansedumbre y paciencia con la
cual cargasteis vuestra pesada Cruz; con semejante dulzura y paciencia habéis
cargado en el largo curso de los siglos las dudas, falta de confianza,
murmuraciones, insultos y desalientos de parte de vuestros hijos.
¡Oh Jesús! Os adoramos
cargando con amor la Cruz preparada para Vos por vuestro Padre, y Os
suplicamos, por la intercesión de vuestra Santísima Madre, la paciencia en las
pruebas de esta vida.
QUINTO MISTERIO DOLOROSO:
La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
¡Oh Salvador bueno y
misericordioso! Vuestro amor, más que los férreos clavos, Os mantuvieron
colgado en la Cruz donde expiabais nuestros pecados en medio de indecibles
tormentos; y Os encontramos también con el mismo amor en el Sacramento del
Altar, continuando incruentamente vuestro Sacrificio hasta el fin de los
tiempos para aplicar en nosotros los frutos de éste.
Dulcísimo Cordero,
perpetuamente inmolado por nosotros, Os adoramos y pedimos, por la intercesión
de vuestra Santísima Madre, tal odio al pecado que prefiramos la muerte del
cuerpo antes que manchar nuestras almas.
MISTERIOS GLORIOSOS
PRIMER MISTERIO GLORIOSO:
La Resurrección de
Nuestro Señor.
¡Oh Cristo Jesús! Vos
salísteis glorioso de la tumba, y victorioso sobre todos los poderes
infernales; por tanto los sufrimientos y la muerte han perdido su imperio sobre
vuestra humanidad gloriosa. ¡Qué consolación para nosotros saber que, aunque
confinado a la humilde condición de vuestro Sacramento, Vos estáis en plena
posesión de la vida, gozo y gloria de vuestra resurrección!
Os adoramos, ¡oh inmortal
Rey de los siglos!, y os suplicamos, por la intercesión de vuestra Santísima
Madre, una Fe viva y amante en vuestra Presencia real y vivificante en el
Santísimo Sacramento.
SEGUNDO MISTERIO GLORIOSO:
La Ascensión.
¡Oh divino Salvador!
¡Vuestro triunfo en este misterio ha alcanzado su perfección! Elevándoos al
Cielo por vuestro proprio Poder, habéis tomado posesión de vuestro Reino, y
estáis sentado a la diestra de vuestro Padre para ser siempre el gozo de los
Ángeles y los Santos. Cada día también, sin abandonar vuestro trono, venís a
nuestros altares bajo la forma del pan, para darnos un anticipo de la celestial
beatitud.
Vos, que sois la delectación
de las almas puras, os adoramos y suplicamos, por la intercesión de vuestra
Santísima Madre, nos concedáis un ardiente deseo de poseeros aquí bajo el
eucarístico velo, y poseeros en el esplendor de vuestra gloria en el Cielo.
TERCER MISTERIO GLORIOSO:
La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.
Oh Jesús, hacía poco
entrasteis en vuestra gloria a la diestra de vuestro Padre, cuando mostrasteis
vuestra munificencia enviando el Espíritu Santo con sus muchos y distintos
dones para vuestra Iglesia creciente. Desde la Eucaristía, como desde otro
cielo, donde Vos establecisteis vuestro trono de amor, impartís a las almas el
espíritu de vida y fortaleza, e inflamáis en ellas el fuego de vuestra divina
caridad.
Oh Jesús, Rey en el Cielo, y
también Rey en la Eucaristía, os adoramos y suplicamos, por la intercesión de
vuestra santísima Madre, la fidelidad a la gracia con el fin de recoger todos
los frutos producidos en las almas de los hombres por los dones del Espíritu
Santo.
CUARTO MISTERIO GLORIOSO:
La Asunción de Santa María.
O Jesús, no pudisteis dejar
aquí abajo a vuestra santísima Madre por más tiempo; nada más escuchó vuestra
vos llamándola, y en medio de los transportes de una comunión inefable, el amor
arrebató su alma de esta tierra de exilio. Pero su cuerpo virginal, como el de
su divino Hijo, no debía conocer la corrupción, y la levantasteis de la
dormición, y, brillante cual sol, ella voló sobre angélicas alas al lugar de
eterna gloria.
Oh Jesús, resurrección y
vida nuestra, os adoramos y rogamos que, por la intercesión de vuestra
santísima Madre, podamos morir en brazos de la que es también nuestra propia
Madre, luego de haber recibido en una comunión ferviente la promesa de nuestra
gloriosa resurrección.
QUINTO MISTERIO GLORIOSO:
La Coronación de Santa
María en el Cielo.
Divino Hijo de María, para
hacer a vuestra santísima Madre compartir vuestra propia gloria, la coronasteis
como reina de Cielos y tierra y designasteis como abogada nuestra y canal
viviente de vuestras gracias. No menos que desde el Cielo, desde la Eucaristía,
Vos queréis que toda gracia que debamos recibir las recibamos por sus manos
maternales.
Oh Jesús, os adoramos en
vuestra indecible gloria, de la cual hicisteis a vuestra Madre copartícipe con
Vos, y os suplicamos, por su intercesión, una gran confianza en su poderosa
protección y en imitar sus virtudes; en particular su pureza, humildad, y
fidelidad a la gracia.
1 Padrenuestro, 10 Avemaría y 1 Gloria
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